Contar con el apoyo correcto y la orientación adecuada puede cambiarlo todo.
En este artículo vamos a hablar sobre nuestras emociones y como muchas veces estas afectan nuestra salud mental, un tema que nos toca a todos en algún momento, por eso debemos poner atención a las señales de alerta. La depresión, el estrés y la tristeza son emociones que pueden aparecer en nuestras vidas, y es importante saber cómo gestionarlas cuando nos sentimos abrumados. Reconocer que estamos pasando por un mal momento es el primer paso para cuidar de nosotros mismos. Todos merecemos sentirnos bien y apoyarnos unos a otros en este camino.
Exploraremos juntos cómo abordar nuestra salud mental y cuándo es necesario buscar ayuda. Es fundamental entender que los temas más complejos deben ser dejados en manos de expertos, y no dudar en buscar el apoyo que necesitemos. Aqui te compartiré algunas técnicas sencillas que puedes aplicar para manejar esos bajones emocionales y momentos de baja energía. Recuerda que, si estas sensaciones persisten, es importante buscar la ayuda adecuada para que abordes este tema de la manera adecuada.
El valor de hablar de nuestras emociones
A veces, cuesta hablar de lo que sentimos. Nos han enseñado a ser fuertes, a seguir adelante, a no mostrarnos vulnerables. Pero la verdad es que todos, en algún momento, hemos sentido que la mente se nos cansa, que las emociones nos pesan, y que, aunque todo parezca estar bien por fuera, por dentro no lo está. Hablar de salud mental sigue siendo algo incómodo para muchos, como si admitir que no estamos bien nos hiciera más débiles o nos restara valor. Pero, ¿cuántas veces has sonreído por fuera mientras por dentro algo se rompía en silencio?
Hoy, más que nunca, es necesario poner sobre la mesa lo que tantas veces nos guardamos. La salud mental no es algo de lo que debamos avergonzarnos; es algo que debemos cuidar, como cualquier otra parte de nosotros.
La tristeza no siempre se ve
La tristeza, la depresión y otros trastornos emocionales no tienen un solo rostro. A veces es esa amiga que siempre está para todos pero nunca pide ayuda para ella misma. A veces es ese ser querido que te dice «estoy bien», cuando en realidad se siente perdido. Otras veces, es la persona que más sonríe, pero que por dentro está luchando contra una oscuridad que no se atreve a compartir. O la mamá que parece la más perfecta pero sin embargo lucha con la indiferencia de los demás. Lo que no se ve es lo que más duele.
La depresión no siempre es llorar todos los días o no poder levantarse de la cama. A veces es simplemente sentir que no encajas, que nada te llena o que cada día es una batalla que nadie más parece notar. Y aunque no todos los días se sientan igual, hay momentos en los que el peso es demasiado. Lo que debemos recordar es que nadie, absolutamente nadie, merece sentirse solo en su dolor.
No minimices tus emociones, ni la de los demás
A veces, por miedo o desconocimiento, tendemos a restarle importancia a los sentimientos de los demás o incluso a los nuestros. «No es para tanto», nos decimos. O escuchamos a alguien que sufre y pensamos, «seguro estará mejor mañana». Pero los sentimientos de una persona no deben medirse ni compararse. Todos vivimos nuestras propias luchas internas y lo que para unos parece pequeño, para otros puede ser inmenso. Validar nuestras emociones y las de los demás es el primer paso para sanar.
¿Cómo podemos estar ahí para los que amamos?
A veces, lo que alguien necesita no es que le resolvamos la vida, sino que simplemente estemos ahí. Estar presentes, sin juzgar, sin presionar. Solo escuchar. Hacerle saber a esa persona que su dolor es válido y que no está sola. Un mensaje inesperado, una pregunta sincera como «¿Cómo estás, de verdad?», puede ser un alivio inmenso para alguien que está atravesando un mal momento. Estemos atentos a quienes más queremos, porque las señales de que alguien necesita ayuda no siempre son obvias.
Cuidarnos a nosotros mismos también es importante
En nuestra sociedad, muchas veces se celebra el estar siempre ocupados, siempre haciendo algo. Pero el agotamiento emocional es real, y también debemos aprender a cuidarnos a nosotros mismos. Poner límites no es egoísta. Descansar cuando lo necesitamos no es debilidad. Pedir ayuda no es un fracaso. Al contrario, reconocer que no podemos con todo es uno de los actos más valientes que podemos hacer por nosotros mismos. Tomarnos un tiempo para respirar, para desconectar, para hacer algo que nos haga bien, puede marcar la diferencia entre un día malo y uno que sea un poquito más llevadero.
Hablemos, siempre hablemos
El silencio es el enemigo de la salud mental. Cada vez que callamos lo que sentimos, cada vez que fingimos que estamos bien, nos estamos alejando un poquito más de la ayuda que necesitamos. Hablar no es fácil, lo sé. Pero es necesario. Porque en el momento en que empezamos a abrirnos, le damos a otros la oportunidad de hacer lo mismo. Si comenzamos a ser más honestos sobre nuestras emociones, quizás algún día el hablar de salud mental será tan normal como hablar de cualquier otra cosa. Y ese día, habremos avanzado mucho.
¿Cómo podemos darnos cuenta que algo anda mal con alguien que amamos?
Podemos identificar que algo no está bien con un ser querido cuando comienza a alejarse, no sólo de nosotros, sino de todos, incluso aunque parezca lo contrario. También puede mostrarse más irritable, con cambios en su estado de ánimo, o más callado de lo habitual. A menudo evitan actividades que antes disfrutaban, y su energía parece diferente: más baja o dispersa. Cambios en el sueño o en el apetito también son señales a las que prestar atención. Lo importante es estar presentes, escuchar y ofrecer apoyo sin presionar.
¿Cómo podemos darnos cuenta que algo anda mal con nosotros?
Podemos darnos cuenta de que algo anda mal con nosotros mismos cuando comenzamos a sentirnos desconectados o diferentes a lo habitual. Uno de los primeros signos es la falta de energía o motivación, incluso para cosas que antes disfrutábamos. Sentirnos constantemente cansados, irritables o ansiosos también puede ser una señal. Cambios en el sueño, el apetito o hábitos como aislarse de los demás son indicativos de que algo no está bien. Si empezamos a notar que las pequeñas cosas nos abruman o sentimos que estamos en piloto automático, es momento de prestar atención a nuestras emociones y necesidades.
No dejes de pedir ayuda
Debemos pedir ayuda cuando sentimos que el malestar emocional o físico se vuelve difícil de manejar por nuestra cuenta. Si notamos que el estrés, la ansiedad o la tristeza persisten y afectan nuestro día a día, nuestras relaciones o nuestra salud, es el momento de buscar apoyo. No tengamos miedo de hacerlo; pedir ayuda no es un signo de debilidad, es un acto de valentía y amor propio. Es importante normalizar esto, porque cuidar de nuestra salud mental y emocional debe ser tan natural como cuidar de nuestro cuerpo.
Cosas que podemos hacer para elevar nuestra energía
1.Tomar el sol: Algo tan simple como salir unos minutos al sol tiene un impacto enorme. La exposición al sol nos ayuda a producir vitamina D, que es esencial para el buen funcionamiento del sistema inmunológico y la salud de los huesos. Además la vitamina D estádirectamente relacionada con la producción de energía ya que las deficiencias de esta vitamina pueden provocar fatiga y debilidad muscular.
2.Hidratación adecuada: Mantenernos bien hidratados es clave para que nuestro cuerpo funcione de manera óptima. El agua ayuda a que nuestras células obtengan los nutrientes que necesitan, y una hidratación adecuada mejora el enfoque, la concentración y reduce la fatiga. Si puedes, añade electrolitos para reponer minerales esenciales como sodio, potasio y magnesio, que son vitales para la energía celular.
3.Conectar con la naturaleza (Grounding):
Caminar descalzo sobre el césped, la arena o cualquier superficie natural es una práctica conocida como grounding. Esta conexión directa con la tierra ayuda a reducir el estrés y la inflamación, equilibrando el sistema nervioso. El grounding permite que el cuerpo absorba electrones de la tierra, lo que mejora la función celular y, en consecuencia, nos llena de energía.
4.Respiración consciente: Practicar la respiración consciente, como inhalaciones profundas y controladas, oxigena el cerebro y el cuerpo, calmando el sistema nervioso y reduciendo la ansiedad. Además, respirar correctamente nos ayuda a sentirnos más centrados, relajados y con mayor claridad mental, lo que eleva nuestro estado de ánimo y nos proporciona energía renovada.
5.Dormir lo Suficiente: Un sueño reparador es esencial para mejorar nuestra energía y bienestar general. Durante el sueño, el cuerpo entra en procesos de regeneración, recuperación y desintoxicación que son clave para que nos sintamos renovados. Durante las fases profundas del sueño, los tejidos se reparan, los músculos se recuperan y el cerebro elimina toxinas acumuladas a lo largo del día. Este «mantenimiento nocturno» es crucial para que al despertar tengamos la energía necesaria para enfrentar el día con claridad mental y vitalidad.
Cuando no dormimos lo suficiente, estos procesos se ven alterados. La falta de sueño interrumpe la regeneración celular, lo que puede hacer que los músculos tarden más en recuperarse después de hacer ejercicio, y también afecta el equilibrio hormonal, especialmente en el control del cortisol, la hormona del estrés. Esto no solo nos deja más fatigados, sino que también afecta nuestro estado de ánimo y capacidad para manejar el estrés.
6.Cuidar nuestra alimentación: es fundamental para tener más energía, mejorar el estado de ánimo y favorecer un bienestar integral. Algunos alimentos, como los aguacates, pescados grasos (ricos en omega-3), chocolate negro, semillas y nueces, no solo son nutritivos, sino que también contribuyen a la liberación de neurotransmisores, que están directamente relacionados con la sensación de bienestar y felicidad.
Además, mantener una dieta equilibrada tiene un impacto positivo en nuestra microbiota intestinal, el conjunto de bacterias que viven en nuestros intestinos. Una microbiota saludable no solo mejora la digestión, sino que también influye en la producción de neurotransmisores y hormonas clave que afectan directamente nuestro estado emocional. Por ejemplo, se ha comprobado que un intestino equilibrado ayuda a reducir los síntomas de ansiedad y depresión.
Incorporar alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y legumbres, es crucial para mantener esa microbiota en buen estado, así como reducir el consumo de alimentos ultraprocesados y azúcares refinados, que pueden generar inflamación y afectar negativamente tanto la salud intestinal como el estado de ánimo.
Aquí les comparto un video con técnicas prácticas para elevar nuestra energía:
Si notas que estos bajones de energía y ánimo siguen presentes, incluso después de intentar estas técnicas, es importante que te des el espacio para buscar ayuda. A veces, estos cambios pueden estar relacionados con deficiencias nutricionales, algún desbalance hormonal o con algo más profundo a nivel emocional que solo un profesional puede ayudarte a comprender mejor. No tengas miedo ni vergüenza de pedir apoyo; no estás solo en esto, y pedir ayuda no es señal de debilidad, sino un paso hacia tu bienestar. Hablar con alguien profesional en el tema puede hacer una gran diferencia en tu bienestar, ya que podrás tener el acompañamiento y las herramientas que necesitas para sentirte mejor.
La salud mental es tan importante como la física, y cuidarla es un verdadero acto de amor propio. Podemos estar para los que amamos, pero no debemos olvidarnos de estar para nosotros mismos también. No hay nada de vergüenza en sentir ni en pedir ayuda cuando lo necesitamos. Lo que hace falta es un poco más de empatía, un poco más de atención, y sobre todo, más amabilidad, tanto con los demás como con nosotros mismos.
Cuídate, quiérete, trátate bien.